Imagen
Classroom
Fecha

Habitar el aula, un modo de ser y estar

Subtítulo
Me parece importante reconocer que el mobiliario y su distribución en el salón de clases permite o dificulta habitar con facilidad

Comparte:

El concepto de “Habitar el espacio” de Heidegger llegó directo a uno de los cuestionamientos recientes sobre mi tarea docente y que “hace mucho ruido” en mi interior. Es una sensación de que algo me cuestiona, confronta y en el fondo me incomoda. Me refiero a la configuración física del espacio áulico.

La impresión que me invade es una especie de tristeza y desagrado al observar el aula repleta de bancas y con gran dificultad para movilizarlas y poder disfrutar de otra distribución.  De inmediato percibo un espacio “cerrado, inmóvil y restringido”. En mi experiencia docente, casi la mayoría de las aulas, tienen la configuración habitual, es decir:  las bancas con sus sillas están colocadas mirando hacia el frente, hacia el pizarrón y la pantalla, hacia el lugar dónde tradicionalmente se ubica al profesor. Hay varios salones en los que es casi imposible mover el mobiliario. Pareciera, con esa distribución, que los estudiantes entran solo a recibir lo que se les mostrará.

Actualmente hay algunos cambios en las aulas, dónde se han reemplazado las mesas y bancas por sillas con “paletas” que tienen llantas que permiten la movilidad dentro del aula, pero éstas son la minoría. Y de no ser esos espacios – ya configurados de otra forma- usados para disciplinas como arte, diseño, arquitectura, animación que gozan de espacios abiertos, divertidos, confortables, con mobiliario- la mayoría de las aulas tienen la misma distribución y mobiliario descrito anteriormente.

Habitar el aula, un modo de ser y estar
Cada vez soy más consciente de lo que ese espacio me produce y me muestra. Sin duda, el espacio configura. En el fondo de este cuestionamiento está:  el espacio físico me invita a “un modo de estar y de ser en el aula”. Reflexionando sobre esto, vino de inmediato a mi mente, el concepto Habitar de Heidegger: “Los espacios se abren por el hecho que se los deja entrar en el habitar de los hombres… no es un vacío que rellenar” (1972).

Me pregunto ¿Cómo habitamos el salón de clases los estudiantes y yo? Dejo a continuación algunas ideas que recupero de Laorden y Pérez (2002):

No sólo se tienen en cuenta los espacios como algo físico y funcional, sino que también se explora la importancia del concepto de “lugar” como una ubicación específica con connotaciones emocionales, sociales y culturales, siendo especialmente relevantes en el contexto educativo y en la experiencia de los usuarios. 
El espacio no es algo superfluo o meramente decorativo, sino que es, sobre todo, una manera de facilitar la consecución de los objetivos de los estudiantes y adaptar la metodología que en cada momento estamos llevando a cabo.
El espacio se convierte en factor didáctico puesto que nos ayuda a definir la situación de enseñanza-aprendizaje y nos permite crear un ambiente estimulante para el desarrollo de todas las capacidades de nuestro alumnado, así como favorecer la autonomía y motivación del equipo de profesores. (2002, Laorden y Pérez).
La actividad en el aula
Me parece importante reconocer que el mobiliario y su distribución en el salón de clases permite o dificulta ciertas actividades en el aula. Las clases dónde se privilegia el diálogo, la conversación, la colaboración, la alteridad de opiniones, requiere una configuración del espacio, donde los distintos actores puedan movilizarse libremente, dónde puedan estar en un momento dado mirando hacia el frente para escuchar o recibir diversos contenidos, pero que en un momento “se vuelven verdaderos asuntos de conversación: leer, jugar, mirar, pensar, estudiar, escribir, escuchar, percibir, imaginar, dibujar, inventar, etcétera” (Skliar, 2017) y por lo tanto habrá que mover las bancas para “estar y ser” con otros, a quienes es necesario tener más cerca, mirar de frente, formando pequeños grupos. Y  volver a mover las sillas para momentos de reflexión y escritura personal.

Como dice Brailovsky (2025): “Las aulas son (insisto: haya o no haya celulares en ellas) trincheras atencionales, lugares para el ejercicio de la palabra, última frontera donde resiste el pensamiento. Para eso existen. Esa es hoy su principal función”. Sin duda, el  espacio físico del salón de clases es fundamental para lograr los fines del aprendizaje y crear un ambiente propicio para disfrutar aprendiendo.  

Habilitar el aula, ¿qué piensas?
La experiencia de los docentes frente a grupo está plagada de un sinfín de momentos que van configurando nuestro quehacer. Continuamente nos cuestionamos sobre nuestro ser docente transformándolo y reconfigurando su esencia para ir desplegando las alas hacia una tarea cada vez más humana y solidaria con nuestros estudiantes. ¿Consideras que la distribución del espacio áulico configura un modo de ser y estar en el aula? ¿Cuál es tu sensación al entrar a un salón de clases y ubicarte en ese espacio? ¿La configuración física del aula facilita o dificulta los objetivos de aprendizaje que has planteado lograr con tus estudiantes?

La Sudeste. (2025, 21 de agosto). Daniel Brailovsky. [La smartphonización de las infancias y las juventudes] YouTube.

Heidegger, M. (1976) Ser y Tiempo. Santiago de Chile. Editorial Universitaria, 2019. Google libros

Laorden y Pérez (2002). El espacio como elemento facilitador del aprendizaje. Una experiencia en la formación inicial del profesorado. Pulso 2002, 25. 133-146 ISSN: 1557-0338

Skliar, C. (2017). “La educación tiene que ver con el encuentro difícil, arduo, entre la infancia y la adultez“. Noveduc.com

Publicado originalmente en Ángulo 7.
Más información
Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

Solicita Información

Sexo
Motivo

CAPTCHA This question is for testing whether or not you are a human visitor and to prevent automated spam submissions.