
El reto de las redes sociales en la adolescencia: Guía, no censura
Autoría: Jazmín Jiménez Bedolla
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¿Estamos perdiendo el control? Las redes sociales desafían la crianza en la era digital.
Las redes sociales han transformado la manera en que nos comunicamos, nos relacionamos y percibimos el mundo, pero también han traído consigo nuevos desafíos, especialmente para los adolescentes. Como madre de una adolescente, he sido testigo de cómo estas plataformas influyen en su vida diaria, generando tanto oportunidades como riesgos.
Uno de los principales problemas que enfrentamos como padres es la imposibilidad de controlar el acceso a estas redes sociales de manera efectiva. En muchos casos, una vez que una cuenta es activada, es casi imposible cancelarla de inmediato. Existen largos períodos de espera, generalmente de 30 días, lo que hace que resulte prácticamente inviable evitar que los adolescentes permanezcan conectados. Es un periodo largo, y más cuando la mayoría de los jóvenes tiene a su disposición dispositivos electrónicos durante el día. Esto nos plantea una duda clave: ¿realmente tenemos el control sobre la exposición de nuestros hijos a estos entornos virtuales?
“La tecnología no es ni buena ni mala. Es la forma en que se usa lo que determina su impacto en nuestras vidas.”
– José Luis Orihuela, en su libro Culturas digitales (2021), donde profundiza en cómo internet, los dispositivos móviles y las redes sociales han influido en la cultura contemporánea. Esta reflexión subraya la ambigüedad de las redes sociales, que, según el uso que se les dé, pueden tener efectos tanto positivos como negativos.
La serie de Netflix Adolescencia toca varios aspectos de este fenómeno, mostrando cómo los jóvenes navegan entre la presión social, la violencia y los estereotipos impuestos por las redes sociales. Es un reflejo de una realidad en la que el machismo y las expectativas irreales son predominantes. Los adolescentes buscan pertenecer a un mundo digital que, muchas veces, no les brinda el espacio necesario para construir su identidad de manera saludable.
“La educación debe preparar a los niños para un mundo que aún no existe. El reto está en enseñarles a aprender a aprender.” – César Bona, en su libro La nueva educación: Los retos y desafíos de un maestro de hoy (2015).
Bona reflexiona sobre cómo la educación debe adaptarse a las nuevas realidades, y las redes sociales son una de las principales influencias sobre los adolescentes hoy en día, creando un entorno lleno de expectativas y presión social.
Como madre, me he enfrentado a la dicotomía de ser guía sin caer en la tentación de imponer restricciones tajantes. Si bien mi instinto de protección me lleva a preocuparme por el impacto que las redes sociales pueden tener en mi hija mayor, también reconozco la importancia de ofrecerle el espacio necesario para que pueda aprender a gestionar su presencia digital de manera responsable. La clave está en el acompañamiento, en ser conscientes de los riesgos, pero también en fomentar el diálogo y la reflexión crítica.
“Los padres deben enseñar a sus hijos a navegar por el mundo digital como lo harían en cualquier otro aspecto de la vida: guiándolos, pero dejándolos explorar por sí mismos”. – Sonia Livingstone, en su charla TED Parenting in the Digital Age (2019).
Livingstone resalta que los padres y madres debemos involucrarnos activamente en el proceso de socialización digital de nuestras/os hijos, pero sin caer en la sobreprotección, fomentando un ambiente de acompañamiento y aprendizaje mutuo.
Mi preocupación por el futuro de mi hija menor, que apenas comienza a dar sus primeros pasos, es más profunda. Si los riesgos actuales de las redes sociales son inciertos y difíciles de predecir para los adolescentes, imaginen lo que nos depara el futuro con nuevas tecnologías que pueden afectar más la salud mental y emocional de las generaciones más jóvenes. Como madre, mi objetivo es, sin duda, ser una guía en un mundo en el que la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de adaptarnos.
El papel de los padres y madres en este contexto no debe ser el de censores, sino el de mentores que ayuden a los jóvenes a navegar por los desafíos digitales, manteniendo siempre en el centro su bienestar emocional y su identidad en nuestro mundo y #CiudadDigital.