La desarmonización de la transparencia
Autoría: Shanik David George
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Desde aquel 5 de febrero de 2024 cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador presentó la iniciativa para eliminar al INAI y a otros órganos, mucho se habló del impacto que esto tendría en el acceso a la información, particularmente de la federación. En lo personal, mi preocupación siempre estuvo en cómo se iba a instrumentalizar esta reforma en los estados, pues ahí es donde se tendrían los principales problemas. Por eso hace unas semanas en este espacio abordé algunos de los retos que se vienen en Puebla.
Y en efecto, estamos empezando el penúltimo mes de 2025, año de la transición a este nuevo sistema de transparencia, y las señales, como se había previsto, son poco alentadoras.
Como ya bien sabemos, el 20 de diciembre de 2024 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional por medio de la cual se eliminó el INAI. Ahí se estableció un periodo de 90 días para que el Congreso de la Unión expidiera las nuevas leyes en materia de transparencia y protección de datos personales, las cuales se publicaron el 20 de marzo de 2025. A partir de ahí, los legislativos estatales tenían 90 días para “para armonizar su marco jurídico en materia de acceso a la información pública y protección de datos personales”. Si las cuentas no me fallan, eso tuvo que haber sido junio de este año.
Por esta razón, hace unos días hice una revisión de las 32 leyes de transparencia vigentes en las entidades federativas, para ver si se habían modificado los plazos para responder las solicitudes de información (ya saben, como una persona normal hace en un momento de ocio), y encontré cosas de más preocupantes.
En primer lugar, al 3 de noviembre de 2025, sólo 12 estados han reformado sus leyes de transparencia para homologarlas al marco federal. Ok, ¿y eso qué significa? Pues, que 20 congresos han incumplido con la obligación constitucional que tienen de armonizar sus leyes, además que se estarían generando vacíos legales en la forma de operar de las nuevas autoridades garantes en las entidades federativas.
Bueno, ahora veamos qué pasó con los estados que sí han generado sus nuevas leyes. Quienes mejor se armonizaron al marco federal fueron Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chiapas, Puebla, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán y Zacatecas, ya que en sus leyes establecen la existencia de órganos homólogos a Transparencia para el Pueblo, aunque en algunas sólo se menciona a estos organismos en los artículos transitorios, es decir, no se establece de forma puntual su forma de operación y competencia. En los casos de Aguascalientes, Coahuila y Veracruz no se hace mención de qué institución sería la responsable de vigilar la actuación de los ejecutivos estatales.
¡Ah, cierto! ¡Los plazos de las solicitudes de información, que fueron los que motivaron esta revisión! Pues sí, los estados aprovecharon, en su mayoría, para darse unos días extras para atender las solicitudes que haga la población. Por ejemplo, Aguascalientes, Baja California y Veracruz antes tenían un plazo de 10 días, mientras que Baja California Sur, Sonora y Tabasco tenían 15. Ahora todas estas entidades se alinearon al plazo nacional de 20 días hábiles para notificar la respuesta a la persona solicitante, con una posible prórroga de 10 días adicionales.
Y bueno, ni qué decir de Yucatán, que en su ley actual eliminó el plazo de respuesta, es decir, no se fijó un número mínimo o máximo de días para responder. Ahí les diré cuánto tiempo tardan en contestar una solicitud que hizo una alumna para una actividad en clase, para darnos una idea de cuál es el plazo que se dieron.
Así pues, a 10 meses de la reforma constitucional qué tenemos: estados con leyes sin armonizar, otros con disposiciones legales poco claras en la operación de las instituciones que se crearon para vigilar el cumplimiento de estas obligaciones, ampliaciones de plazos o plazos inexistentes.
O sea, si antes podía ser un poco engorroso hacer solicitudes de información a autoridades municipales o estatales, la cosa podría ponerse peor.
O como diría el dicho: “éramos muchos, y parió la abuela”.