
El arte como camino al espíritu: Ignacio de Loyola y la misión cultural jesuita
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En el marco de la Jornada Ignaciana de la IBERO Puebla, el Dr. Arturo Reynoso Bolaños, SJ, académico del ITESO, ofreció la conferencia Los jesuitas en el arte y la cultura: humanismo, espiritualidad y misión. En su ponencia, realizó un amplio recorrido por la historia artística y pedagógica de la Compañía de Jesús, centrando su análisis en la figura de san Ignacio de Loyola y la herencia espiritual que aún interpela a las universidades de la actualidad.
El Dr. Reynoso Bolaños resaltó que Ignacio de Loyola fue un “personaje de tiempos”, pues su vida y legado se ubican en un periodo de profundos cambios en la visión del mundo, la religión y la educación. En este contexto de transformación, explicó, surgen nuevas expresiones del humanismo, que en sus orígenes implicaba una búsqueda filosófica por comprender la realidad y formar al ser humano integralmente.
Las bases del trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, música, geometría y astronomía), como parte de las artes liberales, reflejan esa aspiración educativa. Desde esa tradición nace también la Devotio Moderna, movimiento espiritual impulsado inicialmente por mujeres que proponía una religiosidad basada en la preparación interior y la vida de Cristo.
Fue precisamente durante su convalecencia, tras ser herido en la defensa de Pamplona, cuando Ignacio entró en contacto con esta corriente al leer textos como la Vita Christi y el Flos Sanctorum. Estas lecturas lo llevaron a una experiencia espiritual que más tarde definiría como el magis: el deseo profundo de más amor, más entrega, más sentido.

La publicación de los Ejercicios espirituales en 1548 marcó un parteaguas: se trataba de un camino interior para contemplar, oír, ver y sentir con el corazón. Aunque no son un manual artístico, fomentan una sensibilidad que favorece la apreciación de la belleza como vía hacia lo divino. “La fe, para ser humana, se vuelve sensible”, afirmó el Dr. Arturo Reynoso, SJ.
Durante el generalato del padre Oliva, los jesuitas consolidaron una alianza con el arte como herramienta misionera. Roland Barthes llegó a hablar del “imperialismo radical de la imagen” en los jesuitas, quienes encontraron en las bellas artes un canal privilegiado de evangelización. El arte barroco —que los jesuitas no crearon, pero sí resignificaron— se convirtió en un lenguaje estético y espiritual que activaba los sentidos y facilitaba el encuentro con lo trascendente.
Finalmente, el Dr. Arturo Reynoso exhortó a las instituciones educativas jesuitas del presente a preguntarse qué lenguajes están creando hoy para motivar el afecto y el sentido. Al igual que Ignacio en su tiempo, la academia está llamada a fundar nuevas formas de comunicar lo esencial: una pedagogía del cariño, de la atención amorosa, de la belleza que transforma.