
Una mejor nutrición es posible: Cátedra Eduardo Almeida
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Alicia Rodríguez Ferreyra, docente e investigadora de la Universidad de la República de Uruguay, compartió su experiencia con grupos de acción colectiva como resistencia ante la crisis alimentaria de occidente.
“Reconstruir la historia nos muestra las muchas historias que se tejen en colectivo. No podemos hablar de la Historia, con mayúsculas, como si hubiera una sola, cada quien recuerda desde los afectos propios y compartidos. El ejercicio de rememorar y poner en papel nuestras historias nos permite volver a mirarnos, resignificar lo vivido”, comparte el grupo Huerter@s de Colinas de Solymar, en Uruguay.
La Alicia Rodríguez acompañó la iniciativa de vecinas y vecinos para sobrevivir a la pandemia por COVID-19. Uruguay, al igual que los países de su continente, arrastraba un aumento de sobrepeso y obesidad por el consumo de alimentos ultraprocesados. Si bien dicha problemática aqueja hasta el día de hoy, iniciativas como el grupo de Huerter@s son ejemplo de acción colectiva en el enfrentamiento de la crisis civilizatoria.
“La alimentación es política”, aseguró la Alicia Rodríguez. La presencia de estudiantes de las licenciaturas en Nutrición y Ciencia de los Alimentos, así como de Psicología, demostró la transversalidad del tema y los posibles caminos de resolución. “Es político porque tiene que ver con un sistema agroalimentario. No es solo un tema de mala nutrición, sino en la forma en cómo accedemos al alimento”, aclaró.
El escenario occidental se ha visto influenciado por los Estados Unidos. La propagación del neoliberalismo y el capitalismo catapultó la desigualdad social, lo que afecta al acceso de alimentos en medio de la vulnerabilidad. En Uruguay, por ejemplo, el patrón de consumo evidencia alto consumo de carne empaquetada, poco de frutas y verduras.

El grupo de Huerter@s de Colinas de Solymar se conformó en 2020. Algunos integrantes se conocieron en espacio de participación y organización colectiva de la zona. Sorprendidos por la pandemia, en la búsqueda de estrategias para sobrevivir al aislamiento, realizaron actividades de capacitación en huertas familiares, compraron tierra, mantuvieron vínculos con instituciones y organizaron actividades de cohesión.
En el conversatorio participó también la nutrióloga y especialista en psicología comunitaria Julieta Palma Ruiz, quien recordó la visita de estudiantes de Nutrición de la IBERO Puebla, que visitaron a jóvenes estudiantes con familiares dedicados al campo: “Platicábamos con ellos sobre sus historias, como el del maíz azul. La historia de las personas y de los alimentos pueden hacer el cambio de conciencia”.
Del mismo modo, la coordinadora operativa del Tianguis Alternativo de Puebla, Valeria de León Roblero, habló sobre los beneficios de crear y asistir a espacios de encuentro frente al problema de nutrición: “Empiezas a tejer una red comunitaria; si bien lo que te moviliza es la alimentación, suceden otras dinámicas que te invitan a compartir afectos y cuidados”.
La pandemia permitió ver conexiones como las que surgieron en el cajón huertero. La naturaleza es parte de la vida colectiva en su relacionalidad. Aquello que se consume tiene una historia para llegar a las mesas. Frente a esta vulnerabilidad, la alimentación es de resolución colectiva.