
¿Es posible vivir sin basura?
Autoría: Guillermina Margarita López Corral
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En el mundo ha sido creciente la preocupación por disminuir la contaminación de lo que comúnmente llamamos basura. La ley explica las estrategias que deben generarse a nivel de las distintas competencias que se involucran federal, estatal y municipal en el manejo de residuos sólidos urbanos, así como la participación de los sectores productivo y educativo, en una correcta alianza puedan coadyuvar para incidir en la menos generación de toneladas por día.
La mayor concentración de habitantes se concentra en las ciudades, no obstante, los habitantes de las poblaciones rurales suelen ser los más afectados, pues los tiraderos y rellenos sanitarios se encuentran lejanos a los ámbitos de la ciudad. El dueño del relleno sanitario gana por cada tonelada que reciba. Eso si es negocio. Pero imagínate que vives ahí, y levantarte, asomarte por la ventana y ver pasar montañas y camiones de basura diaria. Respirar el olor de la descomposición cerca de tu casa. Sacar agua del pozo para tu huerta y que el agua esté contaminada por metales pesados y bacterias coliformes.
Tenemos ejemplos lamentables como San Pedro Cholula o Tehuacán, donde los habitantes los afectó la contaminación en agua, suelo y aire y la población organizada ha logrado que la PROFEPA cierre los rellenos sanitarios que no cumplen la normativa. ¿Pero qué es lo que debe cambiar además de cerrar un basurero?
En promedio, una persona genera un kilo de residuos por día. Casi el 50% proviene del desperdicio de la preparación de alimentos y restos de poda. Si estos residuos se lograran compostar de forma doméstica, vecinal, escolar o comunitaria, puede disminuir la generación de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2) y el metano (ch4) y pueden cuidarse áreas públicas vecinales.
También pueden compostar otros desechos contaminantes, como las excretas de las mascotas. Es preferible enterralas que meterlas en una bolsa de plástico. Los microrganismos que se encuentran en la tierra y la materia orgánica hacen el trabajo. Si cada escuela tuviera su composta, cada niño y cada niña va a ser un cuidador ambientalista en casa y fuera de ella.
Imaginemos un huerto escolar con su maíz, frijol, tomate, jitomate y composta para abonarla. También esto podría generar actividades recreativas y productivas para población de adultos en retiro, compostando, cultivando y vendiendo verduras y hortalizas producidas en casa
Por otra parte, es importante ir generados cambios en los consumos o la cultura, el descarte. Hace una gran diferencia acostumbrarnos a llevar nuestros envases de casa si compramos comida para llevar, lavar trastes en las fiestas y reuniones y elaborar nuestras bebidas y alimentos en lugar de comprar comida rápida, sin duda, además de mejorar el volumen de residuos, mejorar nuestros hábitos de alimentación y por consiguiente, nuestro estado de salud. Existen parroquias y municipios que prestan vajillas para las fiestas de los barrios, evitando la generación desmedida de basura.
Solo hay que organizarse y acostumbrarnos. Como dicen en AA, “sólo por hoy”: ¿Te atreverías a hacer un reto? ¿A no comprar una bebida envasada? ¿A comprar comida para llevar llevando tus trastes? ¿A ir al mercado y comprar fresco y a granel? ¿A usar muchas veces tu ropa o intercambiarla? ¿A no tirar comida al bote?
En la Ibero Puebla, desde 1994 se separa el papel, se composta el desperdicio orgánico desde 2010, desde 2010 se separa para reciclaje y desde 2018 existen botes clasificadores que permiten la recuperación de envases. Finalmente, en los eventos se utilizan vasos y tazas y construyeron espacios para lavado de trastes, así como la compra de una máquina para lavar las vajillas institucionales. Son los pequeños pasos para lograr un cambio en la cultura que nos lleven a cuidar al agua, a la energía, al clima y a la biodiversidad.