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Sesión 3
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Organizar la indignación: defensa del territorio ante el despojo y la represión

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En el marco del Seminario Permanente de la Cátedra Ignacio Ellacuría, SJ, se analizaron los riegos y afectaciones a las personas y comunidades defensoras del territorio.
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Para las personas defensoras del territorio y sus comunidades, la división de las organizaciones y comunidades, compra de conciencias, desacreditación y difamación son males que afectan a los territorios, pero la organización y articulación son la base para responder a los intereses económicos e institucionales que continúan el despojo en la región.

Así lo dijeron las integrantes de Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y de los Volcanes, Paloma y Maya, en el Seminario Permanente de la Cátedra Ignacio Ellacuría, SJ de la IBERO Puebla: Defender contra el Miedo: Respuestas situadas ante la crisis de derechos humanos en México. Según las activistas, el capital “usa todas las formas y todos los modos para corromper las luchas organizadas”.

En este espacio, relataron tanto las afectaciones que han motivado su defensa del territorio, como la manera particular de relacionarse con el mismo. Con indignación, describieron las maneras en que despojan la tierra y extraen el agua, las formas en que se rompe el tejido social, en que se pierde la flora y la fauna y se desintegra la comunidad y la familia.

Sin embargo, también compartieron las maneras de concebir y relacionarse con el territorio. Paloma expresó que la reciprocidad funge un papel importante en la vida comunitaria, a partir de enseñanzas de los abuelos como “compartir y no acumular para vivir bien” y el seguir organizando la faena para el cuidado de la tierra y el agua a pesar de los intentos de cooptar esta actividad colectiva.

 

Sesión 3

 

Por su parte, Omar Esparza, defensor del territorio en la sierra Negra, caracterizó la sofisticación de las maneras de represión del Estado para el avance del despojo, como la desaparición de Sergio Rivera Hernández, opositor del proyecto hidroeléctrico Coyolapa-Atzala y otras prácticas para desmovilizar la defensa de la vida, como la instrumentalización del miedo en contra de comunidades organizadas. También, caracterizó el enfrentamiento en un contexto en el que todo es desechable: “No hay nada del mundo y la vida que el capital no lo vea como mercancía”.

A pesar del panorama, se compartieron reflexiones y experiencias de defensa del territorio y movilización comunitaria: “¿Cómo es que pudimos detener un megaproyecto como la hidroeléctrica?, ¿cómo es que se pudo detener a una transnacional que extraía millones de litros de agua a las comunidades? Estos pequeños logros son resultados de luchas que nos dan esperanza y muchos otros que no se visibilizan, pero que surgen de estar unidos, movilizados y articulados”.

Enfatizaron también que para nadie es sorpresa el hartazgo e indignación en nuestro país, pero “hace falta organizar esa indignación, hace falta respondernos preguntas como ‘¿qué hacemos?’, ‘¿cómo le hacemos?’” Para las ponentes, algo muy importante es la solidaridad de la sociedad, a partir del “acto de estar”. Más allá de los Me gusta en redes sociales, “estar en las marchas con las madres buscadoras, en las movilizaciones con los pueblos que resisten. Tan solo salir junto con ellas a la calle rompe con las dinámicas de la apatía”.

Tanto Maya como Paloma coincidieron en que las acciones frente a los riesgos u obstáculos en contra de personas defensoras del territorio se construyen reunidas en asambleas de pueblo en pueblo, en acción colectiva, para la defensa de la vida en todas sus formas, “sin pedir permiso para vivir”

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Texto
Instituto de Derechos Humanos "Ignacio Ellacuría, SJ" / PFP-RPR
Fotografía
Ramón Tecólt González
Área organizadora
Instituto de Derechos Humanos "Ignacio Ellacuría, SJ"

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